Auge y militarización de los organismos de seguridad pública
- Cables internacionales
- - Publicado: 11/10/2008 - 03:35 am
El surgimiento de una policía militarizada (1931-1953)
Un cambio en la política exterior de Estados Unidos, significó el surgimiento de la Policía panameña como supremo árbitro político a partir de 1931. El cambio se manifestó en la respuesta estadounidense al golpe de Estado del 2 de enero de 1931, mediante el cual la agrupación nacionalista Acción Comunal derrocó el gobierno del presidente Florencio Harmodio Arosemena. En vez de enviar tropas para proteger al gobierno constitucional, el mismo (embajador) de Estados Unidos en Panamá, Roy T. Davis, exigió la "constitucionalización" del golpe a través de la juramentación del Dr. Ricardo J. Alfaro, elegido primer designado (vicepresidente) para un período que ya había expirado, en reemplazo del presidente Arosemena".
En el ámbito jurídico, el golpe de 1931 inaugura la tradición de "constitucionalizar" situaciones de hecho que años más tarde sería potenciada por la dictadura militar. A los políticos de uno y otro bando, la revuelta de Acción Comunal les hizo evidente la necesidad de fortalecer la institución armada de tal manea que pudiese hace frente a asonadas levantiscas y llenar el vacío causado por la renuencia estadounidense a intervenir directamente en Panamá.
Bajo las administraciones de Harmodio Arias Madrid (1932-1936), Juan Demóstenes Arosemena (1936-1939), Augusto Samuel Boyd (1939-1940) y Arnulfo Arias Madrid (1940-1941), comenzó la militarización de la Policía Nacional con el objetivo de utilizarla en tareas de control político. En 1935, el comandante de la Policía, Aurelio Guardia (cuñado del presidente Harmodio Arias), encabezó un levantamiento policial en contra del secretario de Gobierno, Galileo Solís. EL Presidente contuvo el levantamiento y destituyó tanto al secretario como al comandante, nombrando en reemplazo a Manuel Pino, propietario y político chiricano, quien según Jorge Kam, "da estructura, organización, formación y sentido de cuerpo a la Policía Nacional". De acuerdo con una publicación de la Policía Nacional; el comandante Pino proporcionó "una armazón sólida y estable" a la institución, "consiguiendo disciplinar (sic) al país, confiriéndose (sic) una mística a los hombres que conforman (sic) las unidades, y llegando incluso a lograr un presupuesto para la Policía Nacional".
En 1936, el gobierno utilizó la fuerza pública para imponer la elección del candidato oficialista, Juan Demóstenes Arosemena. Una vez instalado en el solio presidencial, el presidente Arosemena se vio obligado a depender, más que sus predecesores, de la Policía, lo que apuntaló notoriamente la autonomía de la institución policial. Bajo la presidencia de Augusto Samuel Boyd, quien asumió la primera magistratura tras la muerte del presidente Arosemena (1939), la Policía Nacional reprimió duramente a los partidarios de la candidatura opositora, liderada por Ricardo J. Alfaro, en los comicios de 1940.
En su breve primer mandato, Arnulfo Arias tomó ciertas medidas para neutralizar la autonomía de la Policía Nacional y sujetarla a su control.
La creación y consolidación de la Guardia Nacional (1953-1968)
Durante su presidencia, Remón no sólo mantuvo firmemente asidas las riendas del gobierno. A través de su subalterno, Bolívar Vallarino, egresado de la Academia Militar de Chorrillos (Perú), conservó el control de la institución armada, que mediante la Ley 44 de 1953 quedó transformada en la Guardia Nacional de Panamá. El contexto de la lucha contra el comunismo, en la cual aplicó al pie de la letra las directrices de Washington, le permitió a Remón reforzar sus ya estrechos nexos con Estados Unidos. Así pudo negociar con la potencia norteña el Tratado de Cooperación y Entendimiento Mutuo (Remón-Eisenhower, 1955), que concedió a Panamá ciertas ventajas económicas. Pero Remón no vivió para estampar su firma en el convenio, pues el 2 de enero de 1955 fue abatido a tiros en el Hipódromo de Juan Franco, presumiblemente por un mercenario contratado por los carteles estadounidenses de la droga.
El comandante Vallarino se manejó con un perfil más bajo que su antecesor en el cargo y no dio muestras de la ambición tan desbordada de poder que caracterizó a Remón. Quizás fue ese un elemento que permitió a los tres mandatarios elegidos tras la muerte de Remón ??"Ernesto de la Guardia (1956-1960), Roberto F. Chiari (1960-1964) y Marco A. Robles (1964-1968) ??"completar sus períodos presidenciales, una hazaña no repetida desde el gobierno de Harmodio Arias Madrid (1932-1936). Durante este periodo, sin embargo, las presiones externas e internas sobre el gobierno panameño y su fuerza pública aumentaron considerablemente, lo que se tradujo en un fortalecimiento -con auxilios estadounidenses- de la capacidad represiva de la Guardia Nacional. Al mismo tiempo, la fuerza pública panameña continuó su participación en negocios ilícitos, como el contrabando de armas y drogas, la prostitución, la lotería y la extorsión, actividades a las que estaba asociada desde los tiempos de Remón.
La revolución cubana de 1959 fue el detonante de un incremento de la presión estadounidense sobre los gobiernos del continente. El advenimiento del marxismo-leninismo al "patio trasero" de Estados Unidos fomentó un aumento en la ayuda militar a los ejércitos del área así como una mayor militarización de la vida pública en los Estados americanos. Para responder a las presuntas amenazas comunistas y nacionalistas sobre la hegemonía estadounidense en Panamá, la Guardia Nacional comenzó a recibir ayuda militar de Estados Unidos en 1960. Como consecuencia de dicha donación, la Escuela del Caribe del Ejército estadounidense, situada en la Zona del Canal, empezó a entrenar soldados panameños. Conocida como la Escuela de las Américas a partir de 1963, la institución recibió a 195 estudiantes de 1960: a fines de 1964, ya había entrenado a 1,420 integrantes de la Guardia Nacional.
En esa época, aumentó también el reclutamiento de agentes por parte de los organismos estadounidenses de inteligencia. Esta política se puso en práctica no sólo con el fin de obtener información "sensitiva", sino además de "comprar" la lealtad de mandos medios y altos en las fuerzas armadas de la región. En Panamá, por ejemplo, a cambio de un pago mensual de 25 dólares, la Brigada 470 de Inteligencia Militar de Estados Unidos reclutó en 1955 al teniente Omar Torrijos, entre otros miembros de la Guardia Nacional. De acuerdo con documentos de Consejo de Seguridad de Estados Unidos, Torrijos mantuvo su relación con la Brigada de Inteligencia Militar hasta 1969./l
Manuel Noriega el último de los dictadores militares de Panamá, se convirtió en informante de la CIA mientras estudiaba en el Perú, a finales de la década de 1950. De vuelta al Istmo y de servicio en la Provincia de Chiriquí, intensificó sus vínculos con la CIA, que mantuvo hasta el final de su dictadura y que fueron confirmados durante el juicio a que fue sometido por trasiego de narcóticos en Miami.
La efervescencia nacionalista en Panamá culminó en 1964 con la gesta de enero de ese año, en que la tentativa de un grupo de estudiantes de izar la bandera panameña en la Zona del Canal fue reprimida por el ejército de Estados Unidos, con un saldo trágico de veintiún muertos panameños y centenares de heridos. En Washington los acontecimientos fueron decodificados como parte de un complot para entregar el Canal de Panamá al comunismo internacional. La actitud de la Guardia Nacional que se abstuvo de intervenir para defender a la ciudadanía de la agresión estadounidense, recibió alabanzas de las autoridades destacadas en Panamá. Un jefe militar, por ejemplo, escribió:
"La actividad de la Guardia Nacional fue loable. Cuando se le permitió actuar, lo hizo de manera profesional y competente. La Guardia trabajó de cerca con el ejército estadounidense. De su propia iniciativa ayudó a muchos estadounidenses a llegar a salvo a la Zona del Canal.
Los acontecimientos de enero de 1964 llevaron a las autoridades de Washington a concluir que era preciso establecer las bases de una nueva relación con Panamá, que permitiera a Estados Unidos seguir manteniendo su presencia militar en el Istmo. Esta nueva relación se obtendría a través de negociaciones diplomáticas para obtener un nuevo tratado y, además, a través del robustecimiento el carácter pro-estadounidense de la Guardia Nacional. A Juicio de los observadores estadounidenses, sólo había una institución en Panamá que podía controlar el sentimiento anti-yankee: La Guardia Nacional. Entre otras medidas, el gobierno estadounidense patrocinó el reclutamiento de cientos de guardia adicionales (500 en 1965), cuyos salarios fueron pagados por Washington, por lo menos hasta 1968.
Por estas mismas fechas empezó a fraguarse un plan de golpe militar, como estrategia a seguir por la Guardia Nacional en caso de que fuerzas "enemigas" asumieran el poder en Panamá. El plan presuntamente contemplaba el derrocamiento del gobierno y la entronización de un régimen militar receptivo a los intereses estadounidenses, como ocurrió en otros países de la región durante la Guerra Fría, empezando con Guatemala en 1954.
En este contexto de crecientes tensiones y opción por la dictadura militar, llegaron a 1968, año electoral en Panamá. De acuerdo con observadores de aquella campaña, la polarización y la avidez por el poder, frutos de la tradición patrimonialista, alcanzaron niveles de gran crudeza y enfrentaron a enemigos tradicionales, el oficialismo liberal y la oposición panameñista, que asumieron sus posiciones con gran vehemencia. Como en campañas anteriores, el oficialismo contó con el apoyo de la fuerza pública para reprimir a la oposición y manipular los resultados electorales. Con todo, el Dr. Arnulfo Arias Madrid logró que se lo proclamara vencedor de las elecciones que en efecto ganó, gracias a la gran cantidad de sufragios que recibió y a las protestas cívicas que exigieron un conteo transparente en la elección presidencial.
Los odios acumulados durante la campaña y la actitud triunfalista del Dr. Arias contribuyeron a soliviantar los ánimos en el período transcurrido hasta la toma de posesión del presidente electo, el 1 de octubre de 1968. En este lapso, todo parecía válido para evitar el ascenso de Arnulfo Arias al poder, incluyendo un "auto golpe" por parte del presidente Robles, acto para el cual la Guardia Nacional ya contaba con un libreto. La oposición del comandante Vallarino a una solución militar a las diferencias entre grupos de poder impidió que el golpe se fraguara. Pero cuando el Dr. Arias, una vez posesionado de su cargo, dispuso llevar a cabo cambios en la Guardia Nacional que contrariaban su anterior promesa de respetar el escalafón militar y ponían en riesgo el usufructo de las actividades ilícitas por parte de oficiales de la Institución, políticos excluidos del reparto burocrático instigaron la conspiración para derrocar al gobierno constitucional.
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