Los pecados capitales, la lujuria
Alonso Correa | [email protected] |Placeres que se comparen, hay pocos. Es la suma más absoluta de la sensualidad, la cúspide del contacto.
Placeres que se comparen, hay pocos. Es la suma más absoluta de la sensualidad, la cúspide del contacto.
El pecado de omisión lo cometió el sacerdote judío de la parábola del buen samaritano al pasar de largo cuando estaba medio muerto su hermano de religión.