Anécdotas
El señor Falín y sus raspados
.. son de frutas naturales como limón, nance, piña, tamarindo, coco, maracuyá o cereza, con leche condensada y servidos en un envase de cartón.... los han disfrutado diferentes generaciones desde padres, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Los raspados son parte de la idiosincrasia del pueblo, las personas que residen en el extranjero, cuando regresan a su terruño, disfrutan de la vista del cerro de Chame mientras conversan con el señor Falín y saborean su delicioso raspado con la tranquilidad de un lindo atardecer que irradia paz y armonía.
- Emilze Evans
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- - Publicado: 12/10/2017 - 12:00 am
La tecnología nos ha acostumbrado a tener las respuestas inmediatas, si necesitamos alguna información, podemos entrar a Google, buscarla y tendremos la respuesta. Estamos orientados a realizar varias tareas a la vez. Sin embargo, cuando miro los raspados elaborados por el señor Efraín Lasso, quien es conocido en el pueblo como el señor Falín, me enseñan que la vida hay que vivirla de manera sencilla y sin complicaciones.
En la ciudad uno puede encontrar raspados de diversos sabores y combinaciones, pero los raspados que prepara el señor Falín son de frutas naturales como limón, nance, piña, tamarindo, coco, maracuyá o cereza, con leche condensada y servidos en un envase de cartón.
El quiosco de raspados del señor Falín está ubicado diagonal a la parroquia San José de Chame, en el corregimiento de Chame, y ha estado allí por años, quizás más de 50 años. Estos raspados los han disfrutado diferentes generaciones desde padres, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
La máquina que utiliza es artesanal y, a pesar de sus 85 años de edad, él continúa preparando los raspados. Recuerdo que en las tardes de verano, cuando de niños manejábamos bicicleta en el parque, una parada obligatoria era degustar un delicioso raspado. Cuando se regresaba del río, bajo ese sol ardiente, era un aliciente para recargar las baterías, como se dice en buen panameño.
Los raspados son parte de la idiosincrasia del pueblo, las personas que residen en el extranjero, cuando regresan a su terruño, disfrutan de la vista del cerro de Chame mientras conversan con el señor Falín y saborean su delicioso raspado con la tranquilidad de un lindo atardecer que irradia paz y armonía.
Los valores que ha transmitido y sigue transmitiendo el señor Falín son trabajo arduo, humildad, disciplina y amor por lo que hace.
Por eso, al ver el proceso de preparación de los raspados y la dedicación del señor Falín, he aprendido que a veces nos complicamos cuando debemos disfrutar las cosas maravillosas que nos rodean y ser agradecidos por cada minuto que vivimos porque en la humildad, el trabajo arduo, la responsabilidad y la disciplina está el secreto de la felicidad.
Especialista en Docencia Superior.
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