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Tus llagas benditas
... había que matarlo en nombre de los poderes de todos los tiempos, echarlo de la tierra, arrancarlo de este mundo que decidió hacer su voluntad, convertirse en dios y sentarse en el trono de su propia adoración e inventar sus ritos.
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 09/11/2019 - 12:00 am
Señor, veo tus llagas en tus manos, rodillas, pies y cabeza, colgado en una cruz y me arrodillo ante ti, y pienso en la crueldad humana.
¿Hasta dónde hemos llegado?
Masacrar tu cuerpo bendito, inocente, triturarte hasta hacerte añicos, llevarte como cordero al matadero y sacrificarte en un monte que hizo de altar fuera de las murallas de la Jerusalén, por la que lloraste un día.
Y nos sentimos complacidos porque matamos a la verdad, la palabra hecha carne que nos recordaba nuestras idolatrías.
No queríamos se supiera que teníamos ídolos: la ley, el templo, el dinero, el poder, el placer, la supremacía de la casta religiosa, de la raza, de la élite, la fama, y que dejábamos a un lado al Dios bendito por seguir estas inmundas basuras.
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Nos unimos los fariseos, los saduceos, los herodianos, el imperio romano y todos los poderes del mundo, todo nosotros en la historia, cada uno con su dios de bolsillo, su amuleto, su idolillo de barro cubierto de cobre, y dispusimos hundirlo, acabarlo, sepultarlo, y que nos olvidáramos de él.
Jesús de Nazaret era un problema inmenso para nosotros.
Y nos fuimos satisfechos a nuestras casas, quizá con un poco de pesar, siempre hay conciencia, de que algo malo habíamos hecho.
Pero enseguida la justificación: lo hicimos por Dios, porque este era un blasfemo.
Hemos salvado la honra del Creador.
Y también por el pueblo, por su paz, para evitar que el imperio acabara con todos.
Es mejor que uno muera por el pueblo.
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Pero también tuvimos miedo, y es que la tierra tembló, y claro, pura coincidencia, son fenómenos naturales, pero es que el pecado del hombre repercute en toda la naturaleza, y nuestra maldad influye en todo lo creado.
La tierra lloró y protestó.
La tierra sintió en sus entrañas el mal que hicimos.
En el fondo, y que quede claro, había que matarlo en nombre de los poderes de todos los tiempos, echarlo de la tierra, arrancarlo de este mundo que decidió hacer su voluntad, convertirse en dios y sentarse en el trono de su propia adoración e inventar sus ritos.
Porque hay liturgias idolátricas, que son las operaciones bancarias fraudulentas, el tráfico de drogas y lavado de dinero, la trata de blancas, la prostitución, la pornografía infantil, la corrupción política, todos estos ritos malignos, dando culto, adorando, echando incienso al dios dinero.
Por eso cuando veo tus llagas benditas en tu cuerpo muerto en el madero, contemplo el pecado del mundo y nuestras manos manchadas de sangre por haberte asesinado.
Y adoro tu cuerpo llagado y sé que no pudieron vencerte, porque has resucitado.
Perdónanos, Jesús, y que te sigamos siempre.
Monseñor
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