Análisis
Sitios etéreos
La cúspide del cerro es un sitio etéreo, porque al vislumbrar como fondo el golfo de San Miguel se imagina uno el delirio que asedió al Adelantado de Jerez de los Caballeros, destapando nuestra descomunal ceguera turística, gozando de un Machu Picchu jamás escalado por ningún ministro de Turismo, que bien pudiese multiplicar el número de visitantes sedientos por verdor e historia.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 03/11/2018 - 12:00 am
Dentro de la comunidad que forman los 195 países alrededor del mundo, durante nuestra estancia terrenal hemos gozado la bienandanza de plantar el pie en un tercio de ellos, siempre curiosos por sus particulares costumbres, gastronomías, lenguajes y salvajadas que nos dejan boquiabiertos ante nuestra fusionada ignorancia.
No deja de ser costumbre que la gran mayoría de los seres humanos, a pesar de los grandes adelantos, si así podemos llamarles, de la tecnología, fallecemos a menos de 50 kilómetros del sitio donde nacemos.
Es este el evidente caso en Estados Unidos, donde suelo dictar mi serie de conferencias Why Panamá en universidades, clubes cívicos y cámaras de comercio.
Siendo un apasionado de la geografía, durante mis quijotadas en el país norteño, he logrado acumular pesquisas en 40 de sus 50 estados, teniendo como meta olfatear los remanentes 10 antes de mi partida terrenal.
Pero no es ese el punto.
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Me magnetiza rascarle el cerebro a la gente.
Supuestamente los universitarios están especialmente dotados de sapiencias horizontales en múltiples ramos.
Para cotejar sus tinieblas, en ocasiones al inicio de los coloquios reparto un mapa en blanco de Estados Unidos, solicitando anoten los 50 estados de la unión.
¡Cáspita! Nadie logra rellenarles correctamente, demostrando así su garrafal regionalismo ante una solicitud tan sencilla como es conocer su propio país.
Ya refrescados posterior al jocoso ejercicio, podemos entonces adentrarnos en tribalismos locales istmeños.
Antes de burlarnos de los gringos, recordemos nuestras propias carencias.
Panamá es bien chiquito.
No obstante, suelo curiosear durante mis presentaciones a los estudiantes de turismo en todos los centros superiores, supuestamente con mayores sapiencias sobre lo nuestro, indagando cuántos han visitado el Darién, nuestra mayor y más verde provincia.
Una que otra penosa manito se eleva en el auditorio.
Entonces sondeo cuántas de esas manitos han escalado el cerro Pechito Parao, donde Balboa ojeó la majestuosidad del Mar del Sur hará 505 años.
Ninguna. ¡Vergüenza!
La cúspide del cerro es un sitio etéreo, porque al vislumbrar como fondo el golfo de San Miguel se imagina uno el delirio que asedió al Adelantado de Jerez de los Caballeros, destapando nuestra descomunal ceguera turística, gozando de un Machu Picchu jamás escalado por ningún ministro de Turismo, que bien pudiese multiplicar el número de visitantes sedientos por verdor e historia.
En lugar del saqueo de las arcas estatales, bien convendría a nuestra clase política intimar y lograr el máximo aprovecho de este, uno del sinnúmero de sitios etéreos istmeños.
Durante el feriado de noviembre, muchos solemos aprovechar el asueto para visitar, por ejemplo, Miami, Orlando o Las Vegas, siempre con empalagada rutina.
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Que si vamos a Disney, que los casinos o el "shopping".
Hágase un favor la próxima estancia.
Como de todas formas alquila un auto, sáquele el máximo provecho al kilometraje ilimitado y trasládese por ejemplo a sitios etéreos como Utah, Wyoming o Nuevo México.
Así tendrá algo que contar a su retorno, más allá de Mickey Mouse o la blusa aquella que nos ahorró diez balboas.
Experiencias etéreas que permanecen en el coco hasta el último respiro.
Visite las aguas termales de Rotorua, las oscuras cavernas de Waitomo y sus cúpulas alumbradas por miles de brillantes gusanos en la recóndita Nueva Zelanda.
Cruce el Puente de Carlos, llamado así por Carlos IV, quien inicia las obras en 1357 con empedrados góticos, que unen el Casco Viejo y Malá Strana en las riberas del río Vitava en Praga, deleitando la guata con un trdelnik de canela relleno de caramelo.
Mejor aún, planifique un crucero a inicios de 2020, cruzando las turbulentas aguas, plagadas por pingüinos, del estrecho de Magallanes para conmemorar los 500 años del primer viaje de circunnavegación global.
¡Experiencias eternas, quebrando la monotonía para alimentar el alma!
Líder empresarial.
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