Disputa
La lucha de clases en las elecciones en Colombia
...la clase dominante que lleva dos siglos controlando el poder quiere seguir conservando sus privilegios de clase.
- José E. Mosquera/[email protected]/
- - Publicado: 15/6/2018 - 12:00 am
El rechazo de los socios del Club Campestre de Medellín al ingreso a sus instalaciones del candidato presidencial del movimiento político Colombia Humana, Gustavo Petro, un carismático exguerrillero del Movimiento M-19, exalcalde de Bogotá, un economista que la carrera por la Casa de Nariño, ha opuesto a temblar las estructuras del poder en Colombia.
Un líder de un movimiento político que ha logrado aglutinar alrededor de sus propuestas sobre el Cambio Climático y unas reformas estructurales a la distribución de las tierra y los sistemas educativo, de salud y pensional entre otros, una corriente de seguidores heterogénea de izquierda, centroderecha e indignados contra la hegemonía en el poder de la derecha colombiana.
Los miembros de aquel club exclusivo, de la segunda ciudad de Colombia, con su postura mandaron un mensaje claro que las élites colombianas quieren conservar en el status quo en el país. Una postura clasista que resume una grave de intolerancia política, se enmarca en una cuestión de racismo y discriminación de las élites contra las clases emergentes en Colombia.
Un asunto que sintetiza la voz de un amplio sector del poder político y económico del establecimiento colombiano que se oponen a que las fuerzas alternativas emergentes lleguen al poder. El hecho que toda la clase política tradicional colombiana, corrupta y clientelista, salpicada por los más sonados escándalos de corrupción y con vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico esté respaldando a Iván Duque Márquez, el candidato de la ultraderecha colombiana, mandan una mensaje claro que la clase dominante que lleva dos siglos controlando el poder quiere seguir conservando sus privilegios de clase.
La alianza alrededor de Duque, reedita el período histórico del Frente Nacional (acuerdo político de los partidos liberales y conservadores que permitió repartirse el dominio del poder entre 1958 a 1974) y que originó en parte el nacimiento de los movimientos guerrilleros: Las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (Farc) desmovilizadas, el M-19, también desmovilizado y el Ejército Nacional de Liberación (ELN), la única guerrilla activa.
La nueva alianza partidista, liderada por los expresidentes Álvaro Uribe, Andrés Pastrana y César Gaviria, congresistas y excongresistas de los partidos liberal, conservador, Unidad Nacional y Cambio Radical, su apuesta es conservar sus privilegios y su hegemonía. Por eso han dejado atrás sus diferencias políticas entre ellos, porque su meta es no dejar llegar al poder al exalcalde Petro. En consecuencia, han puesto la campaña en un contexto de la lucha de clase entre ricos y pobres.
A Iván Duque lo respaldan las clases alta de los estratos 4, 5 y 6 (los ricos). En cambio, la fortaleza de Petro está en los estratos 1 y 2 (los pobres). La disputa se concentra sobre quién logra en esta segunda vuelta conquistar el voto de la clase media urbana del estrato 3 de las grandes ciudades. Son los que tienen la llave del triunfo de cualquiera de los dos candidatos.
Por lo tanto, la campaña se ha agudizado en los antagonismos entre las clases sociales, pero se matiza con otros tipos de discursos, especial del miedo y el terror que Colombia se convierta en otra Venezuela. Una estrategia de desinformación propia de los movimientos políticos de ultraderecha de criminalizar la emigración para sacar provecho electoral con un discurso de xenofobia que se ha observado en Europa, en Estados Unidos con Trump en Estados Unidos y en los países de América Latina y África.
Este giro en la campaña política colombiana de la unión del poderoso establecimiento político y empresarial de liderar una campaña política dentro de una estrategia de estratificación, explica en parte las movidas políticas por el voto en blanco de los excandidatos presidenciales, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle. No se suman a ningunos de los candidatos que pasaron a la segunda vuelta, pero su decisión de votar en blanco facilita el triunfo del candidato del establecimiento.
Pese a que las fuerzas alternativas de los movimientos políticos la Colombia Humana de Petro con 4.851.254 votos, equivalentes al 25.08% y la Coalición Colombia de Sergio Fajardo, conformada por tres partidos políticos El Polo Democrático de izquierda, Alianza Verde de líderes de izquierda y de centroderecha y Compromisos Ciudadano, también de centro derecha con 4.589.696 votos, que representaron el 23.73 % de los sufragios, sumados derrotaron a la política tradicional colombiana.
Estos dos movimientos políticos alternativos, obtuvieron 9.440.950 votos, equivalentes al 48.81%, fuerzas políticas con muchas identidades programáticas por sus reconocidas luchas contra la corrupción, el clientelismo y su defensa del proceso de paz. Unidas a la votación que obtuvo el candidato del partido Liberal, Humberto de la Calle, el gran baluarte en las negociaciones del proceso de paz con las Farc, sumaron 9.840.130 votos, equivalentes al 51% de los sufragios. Es decir, las tres fuerzas que apoyan el proceso de paz y que plantearon un país diferente al que quiere la ultraderecha, ganaron las elecciones.
Si bien el candidato del Centro Democrático, Iván Duque, ganó nominalmente la primera vuelta con una votación de 7.569.693 votos, equivalentes al 39,14%, las fuerzas de la derecha, integradas por el Centro Democrático y Cambio Radical, que congregaron a las maquinarias electorales tradicionales, opuestas al proceso de paz, obtuvieron 8.975.566 de votos, equivalentes al 46.42%. Lo que muchos se preguntan ¿Por qué si las fuerzas políticas que apoyan la paz, derrotaron a las que quieren hacer trizas el acuerdo de paz no se unieron en una Gran Alianza?
La explicación está en que el plan B del establecimiento no fue excandidato Germán Vargas, que logró solo el 7.28 % con 1. 407.840 votos, del movimiento político Cambio Radical, otro partido derecha que competía en la misma franja al otro candidato Duque, sino Sergio Fajardo, un candidato que no polarizaba y que lo pusieron como ficha para aglutinar las fuerzas de centro derecha, pero era un arfil cercano al movimiento política del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
De allí las manipulaciones de las encuestas que lo colocaban con el virtual ganador en la segunda vuelta. No esperaban que Petro, un líder político carismático se convirtiera en el fenómeno político de esta campaña electoral, que con toda la campaña de miedo y desinformación que han estructurado en su contra, logró solo y sin maquinarías electorales aglutinar semejante fuerza política que le permitirá pasar a la segunda vuelta. Petro no representa sus intereses políticos y económicos. Por consiguiente la consigna es no dejarlo llegar al poder.
En el fondo, eso explica parte de las razones por las cuales Fajardo decide no respaldar a Petro, detrás de su decisión política está la clase empresarial que han financiado su carrera política y que son afines al Centro Democrático del expresidente Uribe.
Un cálculo político que frustra las esperanzas de millones de colombianos ingenuamente se tragaron el cuento que votando por Fajardo votaban contra la polarización del uribismo, pero se equivocaron, en virtud de que Fajardo es una figura política con bastantes vasos comunicantes con el Centro Democrático. La decisión de Sergio Fajardo, Humberto de la Calle y Jorge Robledo, un senador de izquierda, también integrante de la Coalición Colombia, de votar en blanco es un apoyo indirecto al candidato de la ultraderecha del expresidente Uribe. En el caso del senador Robledo es una práctica recurrente cuando la reelección de Santos, para salvar el proceso de paz, hizo las mismas jugadas. Los tres terminaron en una neutralidad votando en blanco para no sumarse a Petro, pero para favorecer el triunfo de Duque.
Petro no representa los intereses de clase de los excandidatos Fajardo y de la Calle. Detrás de aquellas jugadas está el poder económico de un amplio sector empresarial y que ha pagado la campaña de desinformación en contra de Petro en los medios de comunicación. Las élites han desplegado una poderosa campaña de manipulación mediática con la venezonalización de la campaña de miedo y terror que han opuesto la campaña dentro de un contexto peligroso de lucha de clases.
La alianza de toda la clase política tradicional colombiana para no permitir que llegue al poder un personaje de las características de Petro, puede ser la incubación de un estallido social. La estrategia con la manipulación de dividir como siempre a la clase media y a los pobres para que defiendan su hegemonía en el poder, puede estar incubando otros tipos de violencia en Colombia.
Periodista.
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