Análisis
En torno al ejercicio del poder público
... la inserción social y capacitación laboral de las clases marginadas dan a largo plazo mejores resultados que circunscribirse a la utilización de la fuerza para combatir el flagelo de la delincuencia.
- Paulino Romero C.
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- - Publicado: 21/5/2018 - 12:00 am
Tiene el poder público órganos constructivos y órganos agresivos. Muchos elementos de nuestra sociedad parecieran creer que la autoridad se fortalece únicamente mediante estos y no se esfuerzan nunca en exigir que aquellos funcionen debidamente. Conocemos muchos ciudadanos y ciudadanas que no se ocupan de política más que para pedir a los gobiernos la administración de la imposición y la violencia. Pero sucede que, además de que esta filosofía parece a muchos perjudicial, la evolución histórica y social de las sociedades ha hecho evidente su carácter nocivo y contraproducente. No solo se debe, sino que no se puede gobernar exclusivamente con el uso de la fuerza. El Estado no se halla, como en otros tiempos, sobre la sociedad, sino que vive inmerso en ella y está siempre sometido a los dictámenes de la opinión pública.
No pretendemos afirmar con esto que el uso de la fuerza deba ser excluido de las facultades del Estado, ni tampoco que el mismo debiera ser minimizado. La utilización de la fuerza es rigor para castigar la delincuencia y para frenar agresiones vandálicas. Más aún en estos tiempos en que no solo se atenta contra la vida y las pertenencias de ciudadanos particulares, sino que también el hampa ha procurado incluso atentar contra la seguridad del Estado al intentar robar una remesa de dinero al Banco Nacional o cualquier banco privado, acción por demás inaceptable, por estar al margen de la ley y contra las instituciones públicas y privadas.
Sin embargo, no perdamos de vista que la inserción social y capacitación laboral de las clases marginadas dan a largo plazo mejores resultados que circunscribirse a la utilización de la fuerza para combatir el flagelo de la delincuencia. Es y será siempre necesario aplicar medidas punitivas contra los amigos de la vida fácil, contra los que rehúyen el trabajo honesto y desean vivir del hurto y del asalto a mano armada.
Pero para buscar solución definitiva a la violencia que se ha adueñado de las calles, además de aplicar la fuerza policial con más ahínco para contrarrestar la fuerza de la delincuencia y el pandillaje, es indispensable no descuidar, sino más bien nutrir y fomentar los planes tendientes a lograr la integración familiar, la promoción del deporte y la cultura, la enseñanza de la ética, la moral y el respeto a las religiones, el mejoramiento educativo integral, el impulso a la lectura formativa y la instrucción tanto universitaria como de mano de obra calificada para conseguir trabajos dignos y poder así servir con entusiasmo a la patria.
El país se activa si el gobierno demuestra actividad en el ejercicio del poder público. A los panameños se les contagia la actividad, la capacidad de trabajo, la honestidad y la responsabilidad de la misma manera como les comunica la dejadez, la pereza, el desgano, la grosería, la hipocresía y la corrupción. Este sería, sin duda, uno de los grandes méritos que se acreditaría a un gobernante en el ejercicio del poder público, y su gobierno, por supuesto.
Ejercer el poder público en un sistema democrático es función que, de hecho, recae principalmente en la persona del presidente de la República, con el concurso indispensable de un equipo de sus más cercanos colaboradores (ministros, directores de entidades autónomas y semiautónomas, asesores y consejeros capaces, dignos, honestos y creativos).
*Pedagogo, escritor, diplomático.
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