El medio ambiente
Nuestro entorno es un recurso divino brindado ante todo a los animales que comen de él y el hombre que aprovecha los diversos medios operantes, promotores de los encomiosos regalos productivos y consumidos.
- Fermín Agudo A.
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- - Publicado: 17/2/2019 - 12:00 am
El ambiente es todo lo creado por Dios llamado también naturaleza, patentando la existencia de una serie de elementos creativos como ingrediente de los cuales depende la vida de todos los seres vivos desde un microbio hasta el corpulento elefante, además de los componentes inertes agua, sal, oro, potasio etc, donde algunos de ellos suelen compensar la existencia del hombre como los antes indicados.
El hombre es el ser distinguido que pone las variadas evidencias a favor del actuar con claridad, como resultado de las interacciones intelectuales fidedignas. Del edificante proceder provienen los correctos y relativos adelantos del mundo en que vivimos, acudiendo en su accionar toda una diversidad significativa de elementos selectivos que hacen los comportamientos llevaderos de concordantes rendimientos halagüeños y productivos. Investigar mediante la intachable educación, prestos a acicalar con encantados primores las facultades leales afinadas en el equilibrio emocional, es el propósito que toda persona busca, basados en los intentos individuales estimulados por los recursos cognoscitivos.
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La cultura es el recurso que nos muestra los tesoros vívidos denunciantes en el itinerario evidente del triunfo, nutrido de elocuencias espectaculares de tipo trascendentales. Entro así a defender con curiosos e interesantes las riquezas más grandes del universo, el purificado ambiente que mantiene la existencia de los seres vivos con amor y dulzuras inquebrantables.
Nuestro entorno es un recurso divino brindado ante todo a los animales que comen de él y el hombre que aprovecha los diversos medios operantes, promotores de los encomiosos regalos productivos y consumidos. El bípedo domesticado pensante que en su iniciado ajetreo traía sus métodos arcaicos sobreponiéndose a los demás animales con caracteres de máximas eficiencias, delineando a imponer los logros diáfanos en el cumplimiento de sus ambiciones de consentimientos halagüeños generales. Son cuantiosos los tesoros que provienen del ambiente a saber: plantas, agua, aire, calor, sal, oro etc.
Todos se amalgaman a manera de contribuyentes obsequiándoles al pensador un conjunto de medios que bien llevados convertirán los quehaceres diarios en placenteras colaboraciones admisibles. Pero a medida que hemos progresado el ente pensante con sus malignos hábitos, ha contribuido a contaminar el ambiente con sustancias que causan enfermedades fastidiosas y enervantes. Creo sin dudas algunas que esto no llega con el desbocado y estrepitoso crecimiento poblacional aunado a la parsimoniosa cultura de estos pueblos incultos y libertinos. Todo ha llegado lastimado vulnerando los buenos hábitos que los actuales instantes debieran prevalecer hasta la eternidad. El medio nos entrega sus bienes ausentes de males comunes, en condiciones higiénicas límpidas, pero el hombre las atosiga de impropiedades que causan los patentes males llamados enfermedades. El agua que se recibe está en algunas circunstancias impura, el aire saturado de monóxido de carbono y así pululan por doquier las enfermedades infecto contagiosas.
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En las grandes ciudades el agua mengua ya por las sedientas miríadas de las personas, o por otros debido a las inconsistencias de las instituciones resolviendo las carencias evidenciales de los líquidos en los hogares, también los precisos comercios.
Es obvio que el monóxido de carbono contamine los pulmones de las personas y animales, especialmente en las grandes ciudades, padeciendo los daños donde las mismas reclaman soluciones urgentes y eficaces por ser tan notorias sus cualidades.
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