Procesos
El 12 de octubre y nuestra Constitución
... estas fechas y acontecimientos memorables son hitos en la larga marcha de la mundialización, que el genio europeo desató, más allá de los viajes de chinos y vikingos que se tropezaron con las Américas en tiempos inmemoriales.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Actualizado: 25/10/2019 - 05:33 pm
El año 2019 ha sido el año de grandes efemérides, las cuales deben permitir reflexionar sobre nosotros y nuestro lugar en el mundo.
Igualmente pensarnos hacia el porvernir.
Retrospectiva y prospectiva de nuestro ser y devenir nacional, de lo que hemos sido y podríamos ser en las heraclitanas aguas de la Historia.
Hace muy poco conmemoramos el "descubrimiento" del Mar del Sur, del avistamiento europeo del Océano Pacífico por Núñez de Balboa desde la serranía darienita.
Ahora, toca al aniversario de la fundación de la ciudad primada hispánica en el litoral de ese vasto océano, que vuelve a ser eje del desarrollo mundial, tras la primacía pluricentenaria del Atlántico Norte.
Igualmente, este es el año de conmemoración del periplo de Magallanes, la primera circunnavegación terrestre de la que se tenga memoria cierta.
Todas estas fechas y acontecimientos memorables son hitos en la larga marcha de la mundialización, que el genio europeo desató, más allá de los viajes de chinos y vikingos que se tropezaron con las Américas en tiempos inmemoriales.
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No obstante, la relevancia del encuentro de 1492 y los procesos que el descubrimiento colombino supuso-entre ellos el crear ciudades y culturizar gentes-, está en que, a diferencia de viajes desde la Polinesia o de los escandinavos en Terranova (L'Anse aux Meadows), estos encuentros desatarían complejos procesos de conquista, colonización, dominación, aculturación y civilización, que impondrían su impronta a todo lo que vendría después.
Para Panamá, esos procesos derivaron en darnos al país y a las gentes que aquí habitamos, tres legados imperecederos: la definición de nuestra función como "puente del mundo", de constituirnos en una de las avenidas centrales del comercio mundial.
Lo segundo sería la lengua, el empleo del español como el idioma de estos territorios; y tercero, el catolicismo como sustrato religioso de nuestra imaginería y fundamento cristiano de nuestra idea de trascendencia.
Castellano y cristiano, la lengua y la religión del conquistador; concepción de vida y forma de pensarnos mediada por las palabras con las que expresamos nuestra concepción de la realidad (agua/aqua y no water; pan/panis y no bread), y que luego serían literatura vernácula y las mil y una formas de nuestras tradiciones mestizas, todas ellas coloreadas por ese imaginario leído desde la aculturación rebelde.
Piénsese sino en los bailes congos o de diablos, o en las danzas del Corpus, y en las polleras, hijas del traje valenciano y sus "holandas". O de la "Patria" de Miró y Rubén Blades o de "La Isla Mágica" de Sinán y su irreverente Taberna/culo, verdaderos arquetipos del ser panameño.
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Y así también, el doloroso parto de la Conquista y colonización ibéricas construyó en pocos decenios la red urbana que aún es la espina dorsal del poblamiento de nuestro istmo.
La complejidad y riqueza de esos procesos aún generan gritos de protesta.
Tal fue la debacle y el exterminio.
Y no es raro que en cada efeméride los que llevaron la peor parte de la historia se nieguen justamente a celebrar estas fechas.
Es justo.
Pero sería injusto, o peor aún, muy necio, no conmemorarlas.
Ciertamente, la conquista fue todo menos un proceso idílico.
La Cruz se impuso por la Espada, y el Sermón de la Montaña con los sanguinarios hocicos de canes y crímenes sin nombre.
Por nuestra sangre corren muchas sangres.
Tal vez no haya que celebrar, repito, pero sí mucho que reflexionar de ese encontronazo que nos parió a todos los que aquí estamos.
Parto doloroso.
Pero parto que nos dio a luz: vivos, que no muertos.
Que nos alumbró y nos alumbra, y que nos hizo como somos.
Así lo creo yo.
Y así lo escribo hoy, 12 de octubre de 2019, en la lengua de Sor Juana, el Inca Garcilaso, con la que amorosamente digo "mamá", o "amigo" o "hermano".
La lengua con la que pienso y sueño con Martí "Nuestra América" y con la que reclamó un lugar propio en el mundo, como hizo el cholo Torrijos, y todos los próceres y mártires de nuestra vasta nacionalidad, nuestra, americana.
Hoy por eso quiero no una globalización para perpetuar el dominio, sino una que libere.
No una que nos divida, sino una que permita el diálogo respetuoso de culturas y civilizaciones.
Diálogo multicultural que es el corazón mismo de nuestra nación, y cuya nueva Constitución debe expresar esa vocación con toda la fuerza de quien construye pensando en hijos y en los hijos de mis hijos.
Docente universitario. Director de FUNIBER Panamá
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