Cambio
Cárceles panameñas y cárceles noruegas. Analicemos la realidad carcelaria panameña
...las cárceles panameñas no están resocializando a la hacinada población penitenciaria, en ellas se vulneran derechos humanos todos los días, hay mucha corrupción interna y el trabajo comunitario es un chiste.
- Sebastián Calderón Concha
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- - Publicado: 13/2/2020 - 12:00 am
El Instituto de Investigación de Política Criminal (ICPR) indicó en 2018 que Panamá -respecto a América y después de Cuba, El Salvador y Estados Unidos- se posicionó como uno de los países con la tasa de presos más alta de la región; y respecto al mundo, se ubicó en el puesto 17.
Las últimas cifras oficiales indican que la población carcelaria panameña asciende a más de 17 mil personas, de las cuales un poco más de la mitad se encuentra pagando una condena y el resto aún se encuentra a espera de una condena.
Dato curioso: más del 90% son hombres.
Recientemente, hemos sido testigos de la inverosímil fuga penitenciaria de nuestro Chapo Guzmán panameño, con una repercusión tan grande que renunciaron a dos ministros por este evento y que, de paso, probaron que su presidente regañón no está hecho nadita de leche condensada.
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Algunos honorables diputados del partido político de gobierno pretenden reformar la normativa penal para que un juez no tenga la opción de decidir si otorga trabajos comunitarios a personas condenadas con penas que no superan los 5 años, y así deje de ser opcional y pase a ser obligación del togado el conceder trabajos comunitarios, con el fin que el condenado no ponga un pie en la cárcel y trabaje en "pro" de la comunidad.
Pareciera que estos diputados están más preocupados por aprobar leyes que impidan pagar tiempo en prisión, en vez de mejorar el sistema penitenciario y regular mejor el trabajo comunitario.
A propósito, y por destacar lo bueno, uno de los diputados independientes propuso una iniciativa de ley para que toda persona que cometa un acto de corrupción y sea condenada, vaya directamente a la cárcel sin opción a trabajo comunitario, ni casa por cárcel, lo que me parece fenomenal.
En definitiva, las cárceles panameñas no están resocializando a la hacinada población penitenciaria, en ellas se vulneran derechos humanos todos los días, hay mucha corrupción interna y el trabajo comunitario es un chiste.
Y pueda que veamos la prisión como algo tan ajeno a nosotros, pero no, cualquiera de nosotros puede terminar en ese dantesco lugar por accidente.
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Veamos estos hipotéticos ejemplos que mi licencia literaria permite: usted va manejando en su auto por la noche oscura y lluviosa y se le atraviesa alguien, usted lo atropella, lo mata, puede que usted vaya preventivamente a prisión hasta que compruebe que fue culpa del imprudente peatón, es una posibilidad, y si estaba libando, más probabilidades tiene de visitar la realidad carcelaria; o puede que por cosas de la vida y con esta inseguridad.
Dios no lo quiera, se metan a robar a su casa y usted dispare su nueva arma con permiso e hiera de gravedad la pierna del maleante afectándole la delicada arteria femoral, puede que usted vaya preso y que la defensa del moribundo presunto maleante alegue que este no portaba un arma de fuego cuando entró a su casa (¡Ajá!) y que, por tanto, usted no actuó en legítima defensa al dispararle, es decir, usted se excedió (¡Padre!), y puede ser imputado por el presunto delito de Lesiones Personales, cuyas penas de prisión oscilan de entre 4 años (delito simple) a 15 años de prisión (delito agravado), artículos 136 y 137 del Código Penal, respectivamente.
A mi concepto -y el de los noruegos con su súper cárcel en Halden, a tan solo 120 km de la capital noruega-, las cárceles deberían ser sitios en donde la población carcelaria esté tranquila y sea productiva.
La cultura carcelaria noruega de los años 80 se centraba solo en la vigilancia y la seguridad y estaba relacionada con una reincidencia de crímenes de hasta el 70%, escenario que varió en los años 90 cuando el sistema correccional noruego se enfocó menos en la "venganza" y más en la rehabilitación.
En Noruega los presos hacen trabajos de mecánica automotriz, carpintería, gastronomía, tienen hora de descanso, hacen yoga, estudian, viven una vida más o menos normal en sociedad que los prepara para cuando salgan a la calle.
Se enfocan en esta premisa: cuando un preso sale de la cárcel se vuelve un vecino nuestro, y si en las cárceles los presos son tratados como animales, nuestros futuros vecinos serán animales más antisociales.
Abogado.
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