Ejemplo y contumacia en Playa del Carmen
- Hernán Felipe Errázuriz
- - Publicado: 09/3/2010 - 08:20 pm
Santiago (AIPE) - La Presidenta Bachelet y el Presidente electo Piñera dieron un ejemplo notable en la Cumbre de México. Mientras varios de los mandatarios se insultaban o se soportaban a desgano, los nuestros hicieron la diferencia: dieron testimonio de mutuo respeto y colaboración. Ejemplo a seguir en la política interna y en la capacidad de superar discrepancias cuando está de por medio el interés nacional.
El resto de la cumbre mexicana aumentó el desprestigio de estos encuentros. Se repitieron los insultos y el incorregible vértigo por crear nuevos organismos inviables. Ahora crearon otra sigla, la Comunidad de Estados de América Latina y del Caribe (CELAC). México la patrocinó en respuesta a su marginación del Mercosur y para marcar liderazgo en competencia con Brasil. Se pretende establecer un mecanismo para abordar la seguridad, la democracia y el desarrollo, con exclusión de Estados Unidos y Canadá. La iniciativa es un reconocimiento de la inoperancia de la OEA, UNASUR, Mercosur, ALADI, CAN, SELA, OPANAL, Alba y demás organismos regionales. Tal idea es surrealista: supone que EE.UU. y Canadá no tienen qué decir ni aportar a esos desafíos. Además, parte de la base de que existen condiciones para una comunidad, en una región desintegrada por los mismos presidentes fundadores de la nueva entelequia, muchos de los cuales, por sobre todo, anteponen sus intereses ideológicos y de reelección indefinida.
El año pasado se celebró una veintena de cumbres presidenciales regionales. A instancias de Hugo Chávez, el acuerdo más significativo fue la incorporación de Cuba a los organismos regionales. El gobierno chileno de la Concertación, la Cancillería y José Miguel Insulza apoyaron la incursión, argumentando que con el advenimiento de Raúl Castro se ampliaría la integración americana y, especialmente, las libertades que Fidel negaba al pueblo cubano. A este voluntarismo ideologizado se sumó la ingenuidad de Obama, dispuesto a estrechar la mano de Castro y de Chávez, pensando que éstos abrirían su puño. Recientes acontecimientos demuestran que estas decisiones fueron contraproducentes y perjudicaron a cubanos y venezolanos: los dos gobernantes se sintieron fortalecidos y apoyados, y aumentaron la represión a sus pueblos.
Sebastián Piñera es una esperanza para la renovación de aquellos mandatarios de la región que apuesten por el pragmatismo y que no estén dispuestos a seguir la inercia de costosas cumbres y financiamientos millonarios de organismos y encuentros inútiles e ideologizados. Todo indica que pronto tendrá más socios en esta línea, porque ningún país latinoamericano está satisfecho de los organismos del continente, y sus pueblos están colmados del ideologismo y de la frivolidad de varios de sus líderes.
*Ex ministro de Relaciones Exteriores.
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