Análisis
Respira profundo
Pero cuál es la realidad, esa solo Dios lo sabe. Porque los que quisiéramos ser personas comunes con acceso a un puesto público como yo, les puedo asegurar que me daría miedo en este momento aceptarlo. Y les digo mucho, pero mucho miedo. Ya no son puestos públicos, son puestos políticos (corrupción es el sinónimo). Busque la diferencia. Se los dejo de tarea…
- Diana Alba
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- - Publicado: 12/10/2017 - 12:00 am
Quizás el título de este artículo diste mucho del contenido al cual quiero referirme. Dios me permitió este sábado 30 de septiembre una forma diferente de entretenimiento a través del cine y me siento dichosa de la película que pude ver. "Lo que de verdad importa" es el título de la película en mención. Dichosos a los que Dios les permita disfrutar esta serie y, sobre todo, dichosos que vayan a disfrutarla en familia, con amistades o simplemente solos. De cualquier forma, se disfruta.
Nuestro país está tan convulsionado, agresivo, violento, y lastimado que realmente uno se pregunta cuándo este tipo de temas se dan en una película, que a decir verdad, no debería haber costado millones su producción y es un tema tan sencillo que emana humanidad, sencillez, es refrescante, habla del amor por un ser superior, habla de la nobleza que todavía puede existir en el mundo y que lo mejor de todo es que hace creer en los milagros que todavía existen a través de personas que igual eran comunes y se hicieron famosas y su fama la utilizaron para apoyar la pobreza y las enfermedades terminales como el cáncer en los niños.
Surge en nosotros la curiosidad entonces que hace que las personas comunes como yo o cualquiera persona quiera ser político (hablando lógicamente de política en todo el sentido de la palabra,) y después que logra llevar a cabo esta realidad y se inserta en ese mundo que genera poder, dinero y lastimosamente muchas cosas más, ¿qué pasa por la mente o qué sentimientos genera tener ese poder de los políticos o de las personas que tienen la oportunidad de manejar un puesto público?
Para qué se quiere ser presidente, diputado, ministro y demás hierbas aromáticas en un país. ¿Para qué?
Será acaso mediocridad, aburrimiento, habilidad para servirse de los demás, poca inteligencia, será el dinero que genera el poder político, o será que es la forma más fácil de mentir, ser pusilánime, ser falso. O será ego, arrogancia, soberbia. Qué será, me pregunto. Pero cuál es la realidad, esa solo Dios lo sabe. Porque los que quisiéramos ser personas comunes con acceso a un puesto público como yo, les puedo asegurar que me daría miedo en este momento aceptarlo. Y les digo mucho, pero mucho miedo. Ya no son puestos públicos, son puestos políticos (corrupción es el sinónimo). Busque la diferencia. Se los dejo de tarea…
Prefiero tener deudas, controladas, por supuesto, que a tener autos de lujo, yates, rolex, residencias ostentosas, fincas y quien sabe cuántas cosas más, incluyendo amigos que se convierten rápidamente en enemigos y tener que acostarme y disfrutar a diario del insomnio, porque les digo la verdad, eso es lo que trae en este momento tener un puesto público.
Les recomiendo que sigamos siendo gente común que puede disfrutar de estos temas de películas que no son políticos, son sencillos, humanos, tiernos y que todavía podemos pagar con dinero limpio, fruto de nuestro esfuerzo de trabajo diario, ganado con honestidad.
Respiren profundo, queridos hermanos panameños, si aún les queda aliento ante tanta corrupción y mediocridad junta... 2019. Dios nos permita llegar.
"El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra".
Magíster
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