Argumentum Ad iuditium (Argumento justo)
Héroes anónimos; la lucha por sobresalir
Hay blancos, negros, chinos y hasta hindúes. Qué más dan los orígenes, todos hablan el mismo lenguaje: el del fútbol.
- Arnulfo Barroso Watson
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- - Actualizado: 16/2/2018 - 01:50 pm
Hoy quiero recordar un blog que escribí hace algunos años. Lo revivo porque es una historia de sacrificio y lucha que se repite a diario en nuestros barrios. Son ejércitos de niños y jóvenes que practican alguna disciplina deportiva, casi que con las uñas, sin recursos, con el estómago vacío y los tacos rotos, pero que tratan de arrebatarle a la vida un sitial de gloria para orgullo de la patria que los vio nacer y el bienestar de sus familias.
7:00 a.m. Decenas de chiquillos llegan desde los más disímiles lugares. A pie, en “diablos rojos” o en elegantes camionetas. Calzan desde zapatillas de cinco dólares hasta tacos Mercury de 200. Unos tienen el estómago semi vacío y otros toman vitaminas de alto rendimiento. No importan las diferencias sociales, todos tienen la misma ilusión: el fútbol.
Las canchas sintéticas del país se han convertido en un hervidero de “pelaos”. Los hay de todas las edades. Algunos apenas acaban de dejar los biberones y ya lucen uniformes. Las sintéticas no descansan, abren sus puertas a las 6:00 a.m. y durante todo el día albergan un incesante peregrinaje de niños y orgullosos padres.
Hay blancos, negros, chinos y hasta hindúes. Qué más dan los orígenes, todos hablan el mismo lenguaje. Las gradas se llenan de profesionales, obreros, amas de casa, ricos y pobres. Todos alientan al unísono a sus familiares. Las escuelas de fútbol están haciendo su trabajo. ¡Un gran trabajo! Forman futuras estrellas y le arrebatan víctimas a la drogadicción y la delincuencia.
En la cancha el linaje no cuenta; “la aristocracia del talento”, como dijo alguien alguna vez, es lo único que vale. Tal vez este es uno de los pocos lugares en donde los más pobres llevan ventaja, por su habilidad natural. La marca o el costo de los tacos es lo de menos. Las grandes estrellas mundiales que provienen de barrios paupérrimos, así lo corroboran.
Héroes anónimos están detrás de este fenómeno social. No salen en televisión, no le piden su voto ni alardean de los triunfos ajenos. Los instructores son personas doblemente profesionales, algunos tienen altos grados universitarios y una maestría en fútbol que solo otorgan las canchas y rubrican los fanáticos. Allí están cada fin de semana, impartiendo conocimientos y disciplina.
Como todos en el deporte panameño, estos trabajadores silenciosos llevan sus luchas diarias. Tienen que implorar prácticamente para que no los saquen de las sintéticas y para lograr algún apoyo económico oficial o del sector privado. Sobreviven como pueden. Se aferran a los sueños y solventan los problemas.
Sentado en las gradas del estadio “Luis Ernesto 'Cascarita' Tapia” (o Romelín como se le conoce) medito sobre la valiosa tarea que realizan. Los chicos que asisten a sus escuelitas son esencialmente buenos. Algunos provienen de “áreas rojas”. Pero allí moldean su carácter en base a sudor, esfuerzo y sufrimiento.
Tal vez la mayoría de estos muchachos no cumpla su sueño de ser una estrella del fútbol internacional. Pero sí tienen bien claros los conceptos de disciplina y superación personal. Eso ya es ganancia para toda su vida.
Enaltezco a los héroes anónimos del fútbol, el béisbol, el boxeo, la natación, el atletismo; en fin, a todo el que tenga que ver con la formación deportiva de niños, porque diariamente hacen patria. ¡Viva Panamá y viva la gente buena!
Argumentum ad Iuditium (Argumento justo)
Arnulfo Barroso Watson
Arnulfo Barroso Watson, periodista y abogado. Amante de la naturaleza y defensor de las causas justas.
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