Potencializando Panamá Viejo
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 25/11/2017 - 12:00 am
El profesor de arqueología por la Universidad de Roma, experto en promoción de sitios arqueológicos y encargado de la promoción de la ciudad de Pompeya, el italiano Francisco Fabbri, durante reciente visita a Panamá afirmó sentirse extrañado de ver a pocas personas visitando Panamá Viejo, asegurando su potencialidad como centro cultural. En realidad, es deplorable que, a meses de la celebración de los 500 años de su fundación, exhibiendo planes para la construcción de un ferrocarril transistmeño chino, gozando de risibles cifras en declive del turismo nacional, no hayamos prestado la adecuada atención a un sitio que goza de una palpable energía como titánico magneto al turismo, primer sitio obligatorio de visita de la República, suplantando al canal. El maestro Fabbri nos habla de un centro cultural, añadiendo que la ciudadela cuenta no solo su propia historia, ni la de un país, sino la del continente, mencionando conciertos, obras de teatro y recorridos nocturnos, entre las viables opciones. Nosotros nos vamos más allá promoviendo la opinión de la reconstrucción total del sitio, porque efectivamente no existe ninguna ciudad española colonial en pie en las américas, porque fue Panamá Viejo el centro de mayor importancia de la época colonial. ¡Eso sí vale la pena visitar, recordando que la torre de la catedral en su plaza mayor fue la edificación colonial más elevada del continente durante su vigencia hasta su destrucción por el pirata Henry Morgan en 1671 como un presagio de la moderna capital, tercera en número de rascacielos continentales rasgándole los pasos a Nueva York y Chicago, que se presta a servir como centro en el siglo XXI de la novel Ruta de la Seda!
Panamá Viejo tiene su propia historia, un cuento único que abarrotaría todos los hoteles de la capital, terminando de una vez por todas con la nefasta carencia de creatividad para resaltar lo nuestro. No solamente promulgamos su total reconstrucción como enorme atractivo histórico, sino también su legado universal como la Ruta del Oro, donde circuló la mayor cantidad del preciado metal, rescatando paralelamente el Camino Real desde el Puente del Rey hasta Portobelo en la costa caribeña, integrando así una ruta de parajes ecológicos donde el turista lance a un lado su telefonito celular al quedar absorto por las mariposas azuladas y la sinfonía de sonidos naturales, oxigenando el alma en medio de la selva istmeña. La ruta del Camino Real, reconstruida a la usanza de la colonia se armoniza con parajes coloniales ofreciendo albergue y descanso al visitante, sitios atendidos por mozalbetes con ropajes de la época, relatando su propia historia, un verdadero Disney con mulas, pero también con opciones de bicicletas y así como el Camino de Santiago de Compostela en España ofreciendo un "pasaporte", brillantísima idea de mercadeo, a ser estampado en las diferentes estancias dentro del camino.
Un Panamá Viejo dotado de un galeón apostado permanentemente en su playa, que sirva como el mejor restaurante capitalino, a la envidiosa mirada, levantando el hambre de los estancados conductores en medio del tranque del puente marino del Corredor Sur. Provisto de verdaderos centros de entretenimiento cultural, hostales de siete estrellas, su majestuosa catedral al compás del más bullicioso campanario continental, ofreciendo una experiencia única al visitante sobre calles empedradas con flujo de carruajes a caballo, complementando así al Casco Antiguo, cuando finalmente le terminemos, con su renovado Chinatown a extramuros y su tranvía desde la Plaza Cinco de Mayo hasta el Biomuseo. Compartimos esta visión diferente para optimizar nuestro turismo verdaderamente resaltando sitios vacíos, plenos de basuras en su alma. ¡Prego, Profesor Fabbri, por rascar nuestros cerebros!
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