Análisis
¿El poder de los 'clanes familiares'?
El presidente habla de la necesidad de unión para combatir juntos el flagelo de la corrupción y la impunidad, pero no ofrece ninguna demostración para impulsar la iniciativa. Mantiene el mismo equipo de Gobierno, a pesar de que en repetidas encuestas de opinión pública, el pueblo le ha dicho que cambie el Gabinete...
- Paulino Romero C.
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- - Publicado: 25/12/2017 - 12:00 am
Más allá de cualquier interpretación política partidista, dogmática o ideológica está el hecho irrefutable de que el Panamá de hoy está dividido en dos partes: de un lado se encuentra un pequeño número de familias (los llamados "clanes familiares"), en función de Gobierno, con un poder económico y político sin precedentes en la historia y, por el otro, la inmensa mayoría de la población de más de 4 millones de habitantes que sufre grandes problemas económicos, políticos, sociales y culturales. Ante esta crítica situación por la que atraviesa Panamá, importa preguntarnos si el avance alcanzado en diferentes áreas científicas, entre ellas las ciencias sociales y políticas, se utilizará en beneficio de soluciones factibles, aunque más no fuera para satisfacer las necesidades básicas de todos los habitantes actuales y futuros de nuestro país; o si, por el contrario, los panameños seguiremos transitando el absurdo camino emprendido de modo que un pequeño grupo de familias seguirá viéndose favorecido por los privilegios de quienes detentan el poder y que seguirán aprovechando sus ventajas para imponer su voluntad y autoridad a expensas de una gran mayoría que tiene vedado recursos para su sustento.
Más allá de las consideraciones económicas materiales, esta situación plantea una pregunta de rigor ético y moral mucho más importante que incluso pone en tela de juicio las bases mismas sobre las que descansa nuestra civilización. Por eso, el aporte y el papel de las instituciones religiosas e ideológicas, y en nuestro caso de la Iglesia católica, son de la mayor importancia. Valga recordar las palabras del papa Juan Pablo II, con motivo de la Apertura de los Trabajos de la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, declaró: "Aún hoy es provechoso y necesario procurar que la voz de la Iglesia se haga escuchar allí donde la mayor riqueza de unos pocos significa la miseria creciente de las masas".
Panamá es un país de tremendos contrastes. Se habla, por ejemplo, de las posibilidades de riqueza y desarrollo derivados de las actividades del Canal, y tenemos conciencia de que una gran pobreza nos dificulta para resolver problemas que son fundamentales. El contraste se extiende a la acción política y de Gobierno. El presidente habla de la necesidad de unión para combatir juntos el flagelo de la corrupción y la impunidad, pero no ofrece ninguna demostración para impulsar la iniciativa. Mantiene el mismo equipo de Gobierno, a pesar de que en repetidas encuestas de opinión pública, el pueblo le ha dicho que cambie el Gabinete; que ponga un alto al nepotismo en el Gobierno, la corrupción, la inseguridad pública, etcétera, y nada, el presidente Varela continúa con su gobierno de opereta: "El pueblo primero".
Debemos expresar a la lealtad democrática que el sistema de esconder las angustias y necesidades del pueblo panameño, tan a gusto de este desgobierno de "clanes familiares", es el sistema más funesto, y que nuestro deber es presentar los problemas con toda crudeza para que les podamos encontrar soluciones. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones: en la vida democrática, el gobernar es una forma de educar, es una forma de vida ejemplar.
Nuestro pueblo vive pendiente de lo que se hace allá, en los niveles superiores de la vida pública. Y los gobernantes tienen que presentarse lo más limpio posible ante la opinión pública.
Pedagogo, escritor, diplomático.
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