Cangrejeando el Turismo
El embargo informativo que vive el país, mitad inducido, mitad voluntario, en relación con la marcha del turismo lleva a que casi todo el mundo viva en la burbuja, creyendo que Panamá sigue siendo el ombligo del mundo y no lo que realmente es ahora.
- Jaime Figueroa Navarro [email protected]
- - Publicado: 20/5/2017 - 12:00 am
Según las cifras oficiales de la Organización Mundial de Turismo, el número de turistas internacionales en todo el mundo creció un muy saludable 4% en 2016, comparado con el año anterior, superando los 1,235 millones de viajeros. Tomando un ejemplo regional al azar, la República Dominicana en abril de 2017 recibió 557,519 visitantes no residentes por la vía aérea, 72,722 más que el pasado año, lo que representa un crecimiento de 15%. Durante el primer cuatrimestre de este año, recibió 2,223,126 visitantes no residentes vía aérea, un aumento de 6.4% respecto al 2016.
No como la tortuga, sino a ritmo de cangrejo y lo opuesto de la República Dominicana, a estas alturas del 2017, casi a medio año, se publican las cifras oficiales sobre la entrada de visitantes a Panamá en 2016. ¡Aplausos a la Contraloría General de la República!
Según las recién develadas cifras, en 2016 ingresaron al país 2,432,641 “visitantes”, la primera disminución en una década, de un 5% en relación con el año anterior. Si tomamos en cuenta las anémicas cifras de ocupación hotelera, los números no cuadran. Y no cuadran no porque en el rompecabezas del análisis repentinamente Panamá se ha convertido en un oasis del airbnb mundial, calificado localmente como alojamiento clandestino. Peor aún, las tristes cifras oficiales de turismo han decaído mucho más allá, al cuantificar el creciente número de ciudadanos venezolanos y colombianos informales, no exactamente turistas, que inflan los escuálidos guarismos, complementando la entrada y salida de ejecutivos y funcionarios del ascendente número de multinacionales y entidades mundiales como las Naciones Unidas, con oficinas regionales establecidas en el Istmo.
Instalada en el disparate se encuentra una Autoridad de Turismo de Panamá, en su versión Mr. Hyde. Su director no habla inglés y ojalá fuese ese su único absceso. La entidad peca de una ineptitud con una carestía mortal de administración por objetivos. Los nombramientos son políticos y, a pesar de serlos, pareciera como si en el cúmulo del partido gobernante no existiesen figuras con mayor preparación para enrumbarle, o si no figuraran panameños con gruesas hojas de vida en la industria. ¡Aplausos al gobernante de turno!
El embargo informativo que vive el país, mitad inducido, mitad voluntario, en relación con la marcha del turismo lleva a que casi todo el mundo viva en la burbuja, creyendo que Panamá sigue siendo el ombligo del mundo y no lo que realmente es ahora, un país empuñado por mediocres, por ineptos, por desfasados, por mafias, siendo los principales factores que entorpecen su turismo en su orden, la carestía del más elemental sentido del servicio al cliente, la carencia de creatividad, basura por doquier, escuálida infraestructura y el cáncer de la corrupción.
Nada avanza, todo retrocede. En turismo, hemos evolucionado como el cangrejo, hacia atrás. Tal cual la charada de la recién “huelga” de transportistas contra el servicio alternativo Uber. No se preguntan por qué los usuarios prefieren un servicio confiable, con autos de último modelo y que sí va donde le solicitan que vaya. ¡Aplausos a los sindicatos de transporte!
En mis frecuentes conferencias de turismo, la última tajada la dedico a proyectos. Quijotescos e inexistentes. Tarea que le debería corresponder a miopes autoridades que mutuamente aflojan abundantes espaldarazos entre risitas de mutua aprobación en frecuentes actos públicos que gozan del apoyo de los acostumbrados títeres, por burlescas y costosas actividades. ¡Aplausos a los políticos y a los entregados!
La elevación del estadista a dogma de fe y mito de asombro ha llevado al disparate de pensar que todo aquello que ponga en duda su viabilidad o la pertenencia de su “status” es la peor de las herejías. Panamá, posterior a su oscura dictadura de 21 años, se ve vampirizada por la ineptitud de sus gobiernos, haciendo befa al sentido común y al amor al terruño. Falta la creatividad, el entusiasmo y la calidad para hacer las cosas bien. ¡Vamos como el cangrejo!
Empresario
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